"des de que ens han robat les paraules no podem dir més que mentides."

dimarts, 27 d’octubre del 2009

dolor dosificado o calabobos.

hay gritos. tremendos. tremendos gritos que nadie escucha. que se retuercen hacia dentro y que nadie escucha por que no se oyen sino parando una dolorosa atención. hay gritos y cucharas. cucharas y cucarachas gigantes mientras como.
aunque sólo yo las veo. tal vez.

este dolor es como ese "calabobos" inglés. no el chirimiri, no. es ese "calabobos" inglés del cual no te resguarda un paraguas por que no llueve. ni verás a gente corriendo hallando o tal vez buscando un refugio. por que no llueve. ni veras mirar al cielo. ni habrán saltos en la acera para no pisar ese charco. ni resvalarán las lágrimas dulces por tus labios. por que no llueve. pero moja.
ya, de bien pequeña descubrirás que es necesario salir con tu impermeable rojo con tus botas con tu abrigo y protegerte. impermeabilizarte frente a este dolor. salvarte de él aunque no sepas desde dónde arrecia el temporal inexistente. y creerás y pensarás que siempre estuvo allí. irreductible. perenne. con un envoltorio de plomo y cenizas. y habrás sabido que es mejor evitar el frío y convencerse de que nada podemos hacer contra tales visicitudes. meter la cabeza bajo el ala y avanzar despacio por un camino que conocemos a pies juntillas o algo así.

no intuimos el sol. pero imaginamos que la vida debe ser algo más. no esto. y nos duele. me duele con ferocidad. con ferocidad y alfileres diminutos que tratan de convencerme de que me salve y tome mi dosis. mi felicidad individual y hermética. y que no pregunte por razones sin respuesta. y que no me coma la cabeza y planee de una vez por todas cual será el regalo que me merezco por soportar esta miseria al final del mes. y el regalo, de a poquito, se irá convirtiendo en el fin. y la miseria será el pequeño trance que uno debe sortear para conseguir su dosis ansiada de "soma".

ya no hay nubes. ni relámpagos. ni truenos. ni qué decir estrellas. solo esta capa plomiza gris y persistente que uno no puede reconocer porque no hay otra. y no hay otra porque nos olvidamos de imaginar que era necesario imprescindible tener sueños improbables.