"des de que ens han robat les paraules no podem dir més que mentides."

dijous, 25 de gener del 2007

la antesala del olvido

-me da igual que lo entiendas o no porque al final lo que realmente importa no es lo que yo escriba sino lo que tú leas-


lo conocí el mismo día que las balas le atravesaban el cuerpo. el mismo día en que el banco en que se escondía vomitaba humo, sangre y litros y litros de sal. me lo encontré de frente y no supe cómo esquivar su mirada, sino probablemente habría echado a correr en cualquier otra dirección. pero algo en aquella mirada, algo que reconocí parte de mi, me hizo acercarme. -Tienes fuego? dijo al mismo tiempo que dejaba un espacio libre en el banco invitándome así a sentarme junto a él. dudé. y sin embargo allí estaba. sentado al lado de aquel desconocido. juro que no creo en el horóscopo, pero cuando tienes que pasarte más de cuatro horas al día sentado y con el único entretenimiento del diario gratuito como compañía acabas leyendo hasta entre las líneas. "Una persona especial se te cruzará en el camino. Tiene un mensaje para ti", anunciaba mi signo. igual no perdía nada. si se ponía pesado me largaba y punto. sin más. buscó un principio dubitativo, aunque finalmente y ante mi fruncir de cejas se decidió a vomitarlo todo de manera desordenada. no me enteré de la misa, la mitad hasta bien pasados unos veinte minutos y aunque en ningún momento lo interrumpí, sus pequeñas pausas parecían una espera en busca de mi aprovación. al parecer todo empezó demasiado pronto. como de costumbre la vida te pilla en pelotas. una sonrisa que se torna llanto de la noche a la mañana. y tú allí pensando que eso no te puede estar sucediendo...que no era así como lo contaban las películas. de pronto un día te descubres abrazando fuerte la almohada, con un terrible miedo a darte la vuelta en la cama. sabiendo que no está allí. llorando por cada recuerdo que tiñe esta habitación. y esta. y la otra. todo lo acapara el recuerdo. mierda. la respiración entrecortada. ese suspiro que se eterniza y que nunca acaba de terminar. y ese no tener ganas. esas terribles ganas de morir. y que acabe todo. todo. pensando mil y una soluciones sin ver que ninguna depende de ti. ella estaba pasándolo bien con sus amigas a tan solo dos manzanas de allí, afirmó él, riéndose de lo estúpido que soy. o tal vez de la pena que le doy, sentenciaba. ahí reconocí cuanto nos gusta torturarnos y me pasó por la mente aquél recopilatorio que reservaba para odiar con delicadeza. "canciones escogidas que ayudan a sangrar heridas". y sí. cómo nos gusta, pensé. lo volví a mirar. ahí estaba yo frente a mí. me reconocí. dispuesto a soltar algún consejo pero espectante, callado, me limitaba a escuchar. tal vez por miedo a sentirme hipócrita. miedo a dar consejos que ni yo mismo me atrevía a darme. por eso callaba. por eso callaba y escuchaba mis miedos en boca de otro. ella no estaba, por supuesto, pasándolo en grande ni mucho menos celebrando ninguna fiesta. por supuesto. pero a esa altura del partido a los dos nos reconfortaba pensar en ello. y qué si no era verdad. el odio es la antesala del olvido, pensé. así que, decidido, me sumé a la lluvia de réplicas y reproches. sin poner nombres ni apellidos a la lista de mujeres que me hicieron encoger el estómago, las tripas,, los intestinos y todo lo que se puede retorcer cuando los sentimientos no son del todo agradables. soy de los que piensa, al igual que los egipcios, que los sentimientos se encuentran en el aparato digestivo y no en el corazón. eso pareció no sentarle bien. aunque yo absorto en mis pláticas tardé en darme cuenta de ello. no, la verdad. eso pareció no sentarle nada bien. me increpó. quién era yo para hablar de ella así. ella no era cómo esas mujeres. ella era diferente. se exaltó. de veras que se sintió atacado. tal vez yo me emocioné demasiado, pero creí que los sentimientos eran compartidos. se le oía rugir mientras marchaba blasfemando. qué me había pensado, finalizó. y yo allí. con un lucky strike entre los dedos. pensando en ella. esperando que una ráfaga de viento se ocupara de barrer la ceniza que apunto estaba de rozar mis yemas.

1 comentari:

Jana ha dit...

Les teves paraules m'arrissen els cabells... t'estim