"des de que ens han robat les paraules no podem dir més que mentides."

dissabte, 26 de setembre del 2009

la arena de Barcelona está hecha de ceniza y huesos triturados. seguro.

tengo un vacío. un tremendo vacío lleno de lágrimas. lleno de unas lágrimas diminutas que no saben o no quieren escapar de mi. ahí, adentro. unas tremendas lágrimas suaves y diminutas que no llegan a doler.
este es el mismo mar pero no es el mismo. ni estas las mismas olas y, por supuesto, tú estas lejos. lejos de estas paredes que se caen y que no quieren sobrevivir ni un instante más.
Barcelona me mata y aún así vuelvo a ella con una repetición insistente. las olas saben que esta playa no es playa. esta tierra triturada que sus lenguas lamen sólo engaña a turistas y a espejos y a los millones de habitantes en minúscula que cabizbajos se suicidan con resignación cada lunes.
yo sigo buscando alguna escusa, la última o tal vez la primera que me empuje a no volver más. nunca más.
hace tiempo sobrevivía a este laberinto en donde siempre sabes lo que vas a hallar. en donde caras y estropajos te advierten de que no hay miradas. y un día más. o un día menos.
pero ahora no. ahora me cuesta terribles y me alegro. no quiero poder sobrevivir al día y sus mentiras. a la noche y sus neones y a la ausencia de un sólo instante de vida. tengo miedo y mientras lo tengo me conservaré mutablemente intacto. batallando contra este devenir absurdo rítmico previsible. frente a los uniformes de lo cotidiano. sus vidrios. sus uñas. sus mandíbulas. sus retratos. me duele y tengo frío y miedo. puedo saber que aún sigo vivo, por eso.
sigo por calles aterrido. cruzando balcones y jardines cuadriculados. perdiendo esperanzas y palabras. y calles y motivos. enmudecido y expectante.
en la isla de donde vengo habían calabazas gigantes y sandias a los lados de la carretera que conducían a lugares con sonidos que uno o una puede llegar a discernir. separarlos con los dedos y descifrarlos. y relámpagos y tormentas. y miradas que el sol supo subrayar.
Barcelona sigue siendo un lugar penoso para morir. es un lugar penoso para encerrarse en la habitación a llorar pero hoy sólo quiero eso.
hace siglos que no lloro. LLORAR. así, con mayúsculas. siglos. recuerdo aquel entonces en el que sabía cómo aunar en la llaga y derramar el llanto en cuestión de segundos pero de un tiempo a esta parte es difícil. terrible. imposible. y yo quiero llorar y que este vacío deje espacio para nuevos proyectos en los que acurrucarme.