Somos de fuego y adoramos la ceniza;
nos da pavor la quemadura y somos llamas.
Taxidermistas, traficantes
del ingrato suicidio rutinario
del miedo y la renuncia,
embutimos la muerte en las agendas
con estopa de planes y proyectos
mientras la vida pasa y nos invita
a su delirio de molinos,
al soberbio festín de las palabras,
al aguacero de la música,
a los masajes y a los dátiles.
Guiña un ojo la vida en su columpio
y apartamos la vista;
nos da pavor la quemadura y somos llamas.
Juan Antonio Bermúdez
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