me gustaba aquella pequeña rutina. casi programada. pero que a vueltas se volvía cada vez inédita. y a la cual yo respondia con sorpresa. como esperando que no hubieras entendido mi pregunta.
mi mano rozaba tu mejilla. esta mano tantas veces aspera. tan maltratada. tantas veces árida y carcomida. y tú entonces. sólo entonces y con ese ritmo sólo tuyo. sin cavilaciones. con un acompañado cerrar de ojos y mirar de cielos infinitos atrapabas mi mano entre tu hombro y esa mejilla recién reconocida. paseando suavemente.
respondiendo que si.
salvandome.
de nuevo.
a Laia.
Pau
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada