nuestra eterna adolescencia
nuestro eterno inconformismo
nuestras ganas
nuestro todo
que empuja y mueve mundos que aún desconocemos
y emmedio ellos
emmedio ellas
las adolecientes
entre nosotras
mascando susurros y rencores que no les pertenecen
repitiendo por todas partes
consignas
escuchadas en miles de tertulias digeridas
adolecen de la adolescencia y ya tienen lugar e identidades asignadas
muriendo y matándonos de hastío y de miseria
y pensándose menos pobres
tengo miedo ante este precipicio
de días y esperas que no llegan
de recolectar pedazos y retales de poemas y presentes
y de no desear ni el sabor del café.
tengo miedo de acostumbrarme a estos días que pasan sin ser.
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